
Un humilde servidor... como los de Sun


Haydeé, con tanto amor para dar que no alcanzóle con la supuesta santidad de su hijo, que tomó bajo su cargo a todos aquellos que se quedaron sin ángel, y cuidóle la tumba, porque no se arrepiente de este amor aunque le cueste el corazón, y fue su vida fue su candor, fue su gorila y su licuador, todo eso ha sido, pero ha perdido; por eso conserva aquella dignidad de la derrota, que como dijo el veinteañero, la vitoria non la tiene.